Barranquilla, también conocida como la ‘Puerta de Oro de Colombia’, lleva en su historia haber sido la ciudad con la primera línea férrea del país, haber tenido el primer estadio Olímpico de Colombia y la primera compañía comercial de aviación de América. Eso sin contar que también fue la ciudad que creó, hace más de 100 años, la segunda cerveza más consumida en el país en la actualidad.
Además de su auge comercial a Barranquilla no solo se le conocía como la ‘Puerta de Oro’ por su despegue económico, sino también por ser entrada de migrantes del mundo que llegaron a esta ‘tierra de libres’ a compartir su conocimiento y difundir sus tradiciones, que luego se convirtieron en costumbres propias que todavía se conservan.
El consumo de la cerveza no fue la excepción. Ernesto Cortissoz, un empresario hijo de judíos sefarditas con prácticas fuertemente arraigadas de sus viajes y estudios en el extranjero, era un ávido consumidor de cerveza que debía importar desde Alemania dado que no era una bebida tradicional en la ciudad. La cerveza Gallo Negro, traída directamente desde el viejo continente, poco a poco fue abriéndose paso como una bebida que discriminaba a las clases sociales más populares y que solo unos pocos podían darse el lujo de probar.
Este hábito se fue expandiendo en tal magnitud que en 1905 llegó desde Cartagena, una ciudad ubicada en el departamento vecino, la cerveza artesanal Toro Negro, fabricada por la Cervecería Bolívar.
Pero, ¿cómo era posible que una ciudad tan pequeña como Cartagena tuviera su propia cerveza artesanal y Barranquilla, la ‘Puerta de Oro’ de Colombia, no? Así fue como Cortissoz junto a otros socios en abril de 1913 fundaron lo que se conocería como la primera cervecería en Barranquilla (y en el departamento del Atlántico) con un producto estrella que ya lleva más de un siglo en el mercado: Cerveza Águila.
‘Cuando quiera tomar buena cerveza, pida Águila’, ‘Pásame una Águila, pero volando’ o su irremplazable ‘Sin igual y siempre igual’, son algunos de los slogans con los que se dio a conocer la marca y que la han llevado a ser parte de las más de 230 referencias de la multinacional cervecera SABmiller.
Águila es conocida como la segunda cerveza más consumida del país, y aunque Colombia no es considerado como uno de los países con mayor consumo per capita del planeta – tres cervezas en promedio a la semana, a diferencia de Alemania y República Checa que están entre las seis y siete cervezas por semana, respectivamente – si ha tenido un fuerte ‘Boom’ de cervecerías artesanales a nivel nacional que poco a poco le han ganado mercado a ‘monstruos’ como SABmiller.
Cerveza 100% made in Barranquilla
Solo en Barranquilla ya existen alrededor de seis cervecerías artesanales con más de 20 referencias en el mercado que incluso hacen alusión a elementos tradicionales de nuestra cultura. Cervecería Oveja Negra, por ejemplo, nombró a su primera cerveza, ‘Cayena’, alusiva a la flor característica del Carnaval de Barranquilla. Una bebida rubia, refrescante, con un toque picante, ideal para las calurosas tardes barranquilleras.
Así mismo, Cervecería Puerto Escondido bautizó ‘Fulana’ a su primogénita en honor a una canción de uno de los más grandes exponentes de música tropical: el ‘Joe’ Arroyo, cartagenero de nacimiento pero barranquillero de corazón.
A estas le siguen las ‘Sirenas’ de Hafen -‘Puerto’ en alemán – “una pequeña cervecería de inmigrantes alemanes que entraron a Barranquilla por el mar Caribe a crear el elixir del amor inspirado en sirenas”, o por lo menos así reza su historia.
Otra muy popular es Cervecería 315 – se conoce como 315 a una persona que se encuentra en un estado de ebriedad leve- con cervezas con nombres autóctonos como ‘La amansa loco’ (llamada así por su alto contenido de alcohol), ‘Centurión de la noche’, una cerveza negra que también hace honor a una de las canciones más populares del ‘Joe’, y otras cinco referencias disponibles que incluyen algunas de temporada con frutas exóticas del Caribe colombiano como el mango y la maracuyá.
Al mayor afluente de la ciudad también se le rinde homenaje con la cerveza que lleva su nombre: Magdalena, una bebida refrescante con una versión hecha con toques de panela, que es posible degustar viendo un atardecer desde el Gran Malecón del Río, uno de los proyectos más recientes de desarrollo urbanístico que tiene la ciudad.
Así como éstas, han aparecido muchas otras que poco a poco van llegando a los paladares de locales y viajeros que ya no se conforman con las mismas referencias que tiene el mercado, si no que buscan propuestas diferentes con elementos distintivos de esta capital con cultura cervecera.